Caridad nunca me desampara

Les termino el cuento de la odisea en Miami. Tantos detalles y anécdotas de ese tiempo, que al final de cuentas resultó en un mes fuera de mi casa, mi rutina, todo. Una vez más, queda demostrado que por más que creamos ilusamente que tenemos nuestra vida programada y dispuesta, Dios nos manda una lección para que hagamos la tarea y aprendamos lo que nos hace falta. Aprendizajes de esos que ni siquiera sabíamos que nos hacían falta o eran importantes. Una vez pasada la tormenta, nos dimos cuenta que eran indispensables.