Me llama la atención el ruido generado por el término “estoico” a mi alrededor últimamente y bueno, desde hace un tiempo ya. Esta corriente filosófica de hace casi dos mil años y que involucra a pesos pesados como Marco Aurelio, Séneca y otros está en boca y tecleada por todos.
En la vida cotidiana, cuando a uno le decían que alguien era estoico, era porque sufría sin quejarse una situación física o emocional muy dura y retadora. Como quien dice, aguantaba callado. Y no está tan lejos de la real esencia de esta corriente. El tema es que hoy en día se ha convertido en una palabra casi común y corriente, aplicable a casi todo.
Si nos vamos al origen, el estoicismo se apoya totalmente en la razón para poder sobrellevar el caos. Que fuerte. Nos enseña a que existen múltiples factores externos a nosotros que no podemos controlar y que, como tales, los debemos aceptar. ¿Les suena?
El enfoque debe estar en lo que sí podemos controlar, que son nuestros pensamientos y emociones, aunque a veces estas últimas se nos salen del corral. Lo primordial con ellas es reconocerlas, observarlas y analizarlas. ¿Cuántas veces nos hemos tropezado con la misma piedra solo por dejaros llevar ciegamente por una emoción? Señores, una cosa es ser emotivo, otra es no aprender de los tortazos.
Fortaleza interior y resiliencia, básicos para perseguir nuestras metas. Aquí hago un aparte, porque tampoco podemos lanzarnos de frente como carnero y tirar a la fuerza un proyecto que a lo mejor no está destinado a existir. Perdón, pero aquí entran en juego el sentido común y la intuición, que para mí pesan tanto como la razón en todo lo que hago.
Gratitud, otro concepto fundamental. Para mí es el motor que pone en movimiento la energía dinámica que circula e interactúa entre los seres humanos, la tierra y el entorno. Tenemos tanto que agradecer y qué poco lo apreciamos.
El estoicismo también se enfoca en las virtudes y la ética en nuestros pensamientos y acciones. ¿Será que podemos rescatar esto? Creo que si hacemos una encuesta en la calle y preguntamos qué es una virtud, nos enfrentaríamos a largos silencios.
Volviendo al mundo práctico, conversando con unas amigas, compañeras de escuela desde kínder, concluimos que nadie sabe qué es estoicismo si no estuvo en el Colegio María Inmaculada con la Madre Elsa María Schauss de Directora (quepd). En esta etapa actual de nuestras vidas, la apreciamos, agradecemos sus enseñanzas y guardamos su recuerdo con mucho cariño en el corazón. Ella nos enseñó solo con la mirada, el respeto, la honestidad, la obediencia y mucho más. En su momento por supuesto no lo entendimos y lo que nos provocaba era salir huyendo o volvernos invisibles ante ella. Pero henos aquí, siendo las mujeres que somos gracias a ella y tantas otras personas que fueron pilares en nuestra crianza.
Tampoco saben de estoicismo si no pertenecen al Gen X. Aquí me van a matar un poco, pero es que mi generación es la que tuvo que ser perfecta, lograr todas lo que se esperaba de ella con creces a costa de su salud mental, física y espiritual. Pero bueno, it is what it is.
Salirse de la norma no era una opción. Tampoco desobedecer o defraudar las expectativas de tus padres. Es que ni siquiera era tema de discusión.
Si, todas las generaciones han cargado su múcura, pero creo que, si Marco Aurelio y yo nos sentáramos con unos vinitos a intercambiar figuritas estoicas, él estuviera de acuerdo conmigo.