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Cuando la vida te mete en la licuadora

Si hay algo que amo de vi vida es que ningún día es igual al otro.  En lo profesional por la diversidad de los clientes proyectos, en lo personal por tantas rutas que se encienden por las energías que les imprimo y tantas otras facetas que hacen de cada momento uno inolvidable, complementario y perfecto.

 

Pero esta semana se lució.  Arrancó con el bautizo de la Roberta, la que inauguró la era de la abuelitud, que fue el resultado del esfuerzo de una tribu que con amor y compromiso cerró filas y logró cosas maravillosas.    Emociones que iban amarradas al carrito de la montaña rusa, velando porque todo estuviera perfecto mientras trataba de disfrutar cada momento.  Domingo y lunes de recogedera extrema, nunca he practicado el cross fit, pero lo que viví en esos cinco días debe ser lo más parecido.  Con la bendición de la ventolina,  hubo un par de floreros que perecieron, el resto fue un final perfecto.  Lunes de agotamiento físico, mental y emocional mientras que le robaba minutos al reloj para ponerme al día en lo pendiente.

 

Luego viene el asunto de la concentración de cubanos en la Casa Blanca, algunos que contaron haber viajado desde Alaska y todos los estados de la unión, una señora que llegó a USA gracias al programa Peter Pan, artistas, influencers, gente normal, gente dolida, gente con ojos cansados.  Ese día todos más esperanzados que nunca en que ahora las cosas cambien.  Y aún no sé qué pensar, porque mi corazón me dice que todo va a seguir siendo igual, a pesar de que sentimos que el juego está a nuestro favor.  Seguimos escuchando a Willy Chirino y su canción “Ya viene llegando”, (insertar aquí fondo musical).

 

Mientras esto pasaba, en otro sitio en DC era la audiencia con el tema del Canal de Panamá.  Yo tecleaba en la computadora y escuchaba, no podía dar crédito a mis oídos.   No les aburro con el tema, porque deben estar hartos ya.  Ansiedad, incertidumbre, sorpresa, rabia, como que todos van a salir y yo ni me he bañado porque no me dijeron.  Pensé que tendría que pelear por muchas otras cosas por Panamá este año, y de repente se me cuela esta que no tenía en el radar. 

 

Se cae un avión, luego se cae otro, se firman miles de medidas, tantas que no puedes llevar el paso.  Tu vida está en manos de otro, ya tu no decides nada. Que nos vienen a visitar, que es con un feeling que nos vienen a regañar, que no se sabe la agenda.   Qué sensación tan incómoda.  Tu gente nerviosa, muchos en EE. UU. pensando que tienen que recoger sus cosas, a otros que los miran mal, unos se sienten discriminados al pasar por aduanas.  ¿Será que se modificará nuestra forma de viajar?

 

Fue tal la cosa que, si se dieron cuenta, la semana pasada no hubo escrito. Ya el coco no me daba para más.  Un discurso de Trudeau en Canadá digno de premio fue alentador mientras que el podcast “Ni Buenas Ni Malas” está lanzando su nueva temporada.  Día de grabación el jueves, corre para aquí, para allá, cambios de última hora y un sol que nos hizo sudar cataratas.  Dos entrevistados demasiado especiales, que nos sacaron lágrimas y que nos dejaron con el corazón tan lleno como cansado, pero con indescriptibles ganas de seguir. 

 

Lo que les cuento si bien suena bastante material, es la manifestación física del hervidero interior.  Donde los tiempos no alcanzan, la ansiedad te domina y estás como mirando de reojo cuál de las pelotas que estás malabareando es la que cae primero, mientras ignoras el dolor en el hombro y el cuello, además que uno de tus hijos ahora se llama Adela.  Ese será otro escrito.

 

Hoy les escribo desde una paz increíble, desde mi espacio de Maricel Escribe y La Escritora que Vive en Mí, con la sensación de haber encontrado esa pieza que me faltaba para poder completar el rompecabezas y que tenía días de estar buscando y probando opciones, las cuales por más que empujaras, no encajaban.  Continúo con los miles de proyectos en diferentes frentes, que ya verán este año, en el que, gracias a Dios, a pesar de todo, la luz al final del túnel brilla más fuerte que nunca.  The best is yet to come.  Always.

“Me encantaría conocer tu opinión. Sígueme en @maricelescribe y mándame un mensaje directo, ¡te responderé personalmente!”

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