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Good night roomie

Vamos a bajarle dos niveles a las conversas espirituales que hemos tenido últimamente y hoy les quiero hablar de los roommates, compañeros de cuarto, de apartamento, los roomies… Empecemos por los compañeros de corto plazo que surgen por ejemplo para un viaje corto de amigas, para un retiro, para un viaje familiar ampliado.  A lo mejor podemos escoger con quién nos va a tocar dormir y a veces es una sorpresa agradable o no…. 

 

Se arma el secreteo “por favor, por favor, no me pongas con Fulanita, que ella ronca”.  “Ay no me pongas con Menganita, que se demora horas en el baño y habla demasiado”.  Saben a lo que me refiero.  De estas roomates tengo que aceptar que siempre me ha ido bien.  Me ha servido para profundizar relaciones, compartir historias de juventud y vivir una verdadera pijamada de niñas a las edades que tenemos hoy.

 

Me ha tocado dormir con máquina de ruido blanco, que no tenía idea qué era ni para qué se usaba y también con máquina para la apnea como la que usa mi hijo mayor.  Me ha tocado compartir medicinas para el estreñimiento, gotas para los ojos, peinillas y uno que otro sweater.  Siento que lo más estresante que me pasó fue encontrarme una tarántula en el baño, luego de quedar completamente petrificada, salí a buscar a mi roommate y en voz bajita decirle “hay una tarántula en el baño”.  Por suerte ella reaccionó y con mucho cuidado le indicó a la visitante no deseada por dónde salir sin herirla.  Nada más me acuerdo y me pongo tiesa otra vez.

 

Nunca tuve un roommate universitario ni de soltera, así que esa parte me la perdí.  Me imagino que para algunas personas fue mega divertido mientras que para otros estoy segura que fue una pesadilla infernal.  Tantos casos habrá que hasta una serie de Netflix hay en la que un asesinato o robo de pertenencias son cosas light.

 

Y qué hay de los roommates más “permanentes”, entiéndase tu pareja. En verdad, para mí no entran bajo la categoría roomie porque la esencia de la relación es otra señores.  No hemos escuchado mil veces que “Fulanito y Perenceja se separaron, en verdad eran como compañeros de cuarto”.   Me parece oportuno y valiente, aunque la zona cómoda les arropa y. lo más fácil y aceptado por todos sea mantener ese status quo.

 

¿Será verdad que una de las principales causas de pelea es que él deja el asiento del excusado arriba o ella tiene 10 pares de zapatos regados por el piso?  Ya nada me sorprende, estoy segura que muchas parejas se dejan socavar por nimiedades.

 

Escudriñando en mi memoria, varios abuelitos de amistades que, aunque dormían en el mismo cuarto, lo hacían en camas separadas.  La razón oficial era para no perturbarle el sueño al otro, la verdad era otra.  Los más radicales, inclusive mudaban su cama para otra habitación, no sé si se dirían los buenos días.

 

Varios jóvenes que conozco deciden mudarse juntos, como para probar, ante los exorbitados ojos de madres y abuelas abnegadas.  He visto relaciones exitosas y fracasos contundentes, en resumen, vivir juntos antes del matrimonio no es garantía de nada, igual que los noviazgos largos.  Si el roommate era del mismo sexo, recuerdo hace tiempo, si eran mujeres, eran amigas.  Si eran hombres, eran otra cosa en las mentes creativas de los vidajenos.  Me parece tan discriminatorio.  Recuerden esos tiempos, mudarte con tu pareja sin casarte era fuerte.  Si era del mismo sexo era apocalíptico.

 

Por suerte esta situación ha evolucionado y mucha menos gente de despeluca, sin embargo falta todavía mucho por recorrer.

 

Los roommates se tienen que poner de acuerdo en tantas cosas…que tomamos muy a la ligera, pero que pueden llegar a detonar una bomba nuclear.  Nuestros famosos hábitos o costumbres, lo que “siempre hemos hecho así” nos confronta.  Él es carnívoro, ella vegetariana; ella administra muy bien el dinero, él es un botarata; ella ama los perros, él no los puede ni ver.  Digamos que de ahí tenemos algunos puntos que podemos negociar.  ¿Y qué pasa si la discrepancia es si tenemos hijos o no?  ¿Si hay un problema de drogas u otro vicio escondido?   Como dicen, estas últimas son dealbreakers.

 

Es que esto de tener roommate no es fácil.  Vivir solo tampoco lo es.  La clave es la convivencia en armonía, saber escoger las batallas, ceder por la paz, pero sin ponernos de alfombra, tratar de ponernos en los zapatos de otro antes de tirar la primera piedra.  Si, yo sé que es una mezcla de frases, distintas pero en verdad, nadie está por corregir estas cosas hoy.

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