¿Sabían ustedes que he estudiado astrología, Tarot y mucho más y que además he participado en varias constelaciones familiares? Apuesto a que muchos no tenían idea. Desde hace muchos años, desde pequeña, siempre se encendía una chispa en mi cerebro cada vez que leía o veía un programa de temas paranormales, esotéricos, holísticos, religiosos y demás hierbas aromáticas, literalmente.
Para los no conocedores o no creyentes, la astrología es mucho pero mucho más que los horóscopos que se publican a diario. Es más, eso ni es, ya que todos los Sagitario, por ejemplo, no somos iguales, porque no nacimos ni el mismo día, ni a la misma hora, ni en el mismo lugar. Y todo eso influye. Más que usarla para aconsejar a otros, me ha ayudado a entenderme a mí misma, por qué reaccionamos o sentimos de tal forma u otra y de la luna y su influencia, bueno, ya les he escrito bastante.
Trato de sacarle provecho, no siento que el destino está escrito en piedra y que no se puede cambiar, tampoco creo en los que atribuyen sus pesares a los astros, mientras se quedan sentados viendo el horizonte. Al contrario, nos permiten ver con anterioridad muchos aspectos para los cuales nos podemos preparar y darle la vuelta.
A las constelaciones llegué por muchos caminos y llegué porque tenía que llegar. En resumen, les digo que para mí es un hecho que estamos unidos con nuestros antepasados, lo que vivieron o dejaron de vivir de alguna manera permea en nosotros y sobre todo, los traumas, dolores, traiciones, desamores, vienen tatuados en nuestro ADN. Hasta que no los descubramos, perdonemos y sanemos, nos estarán rondando como una leona a su presa.
Incluyo un tema que me parece importante. No podemos creer en cualquiera. Lamentablemente, existen muchos charlatanes que se aprovechan del dolor ajeno y son como me gusta llamarlos, encantadores de serpientes. Saben qué decir, tienen la habilidad de sacarte información y la destreza de juntar todos los elementos para declarar lo que esperan oír, siempre con algún elemento dramático. Peor aún, los que ofrecen clases o cursos sin tener el fundamento o que mezclan creencias o prácticas acuñando su disciplina particular. Inventos, como diría mi abuela.
Regresando un poquito, fui criada y me mantengo como católica, no muy practicante de rituales, pero si muy activa en mi conversa directa con el Padre, la Virgen y algunos santitos predilectos, quienes han marcado mi vida en alguna ocasión. ¿Recuerdan que mi tío era cura? Con él tuve conversaciones muy interesantes en las que me impresionó su apertura y tolerancia.
Yo sé que la norma no lo permite, pero gracias al libre albedrío, tenemos la libertad de explorar y adoptar lo que nos resuena o consuele. En medio de este camino espinoso, en algún momento definí que yo era una “ecléctica espiritual”. No sé si eso existe, pero así me siento. Prefiero ser ésto que una católica practicante que rompe la mitad de los mandamientos a diario a lo calladito. Es que hipócrita es algo que todavía no he podido ser, ni quiero.
Entonces, seguimos en la búsqueda. Estudié de religiones y otras prácticas. Kabbalah caló muy dentro de mí y muchas de sus enseñanzas forman parte de mi cotidianeidad. Hinduismo, judaísmo, religiones afro-cubanas, religiones cristianas orientales, sectas (hay que saber de todo…). Me quedo con lo bueno de cada una, que básicamente es que existe “algo” superior a nosotros (o muchas deidades en el caso del hinduismo), que es omnipresente, omnipotente, que es nuestra fuerza primaria, nuestra fuente de energía, la tabla de salvación a la que pedimos con fe, agradecemos y nos encomendamos.
¿Pero saben qué es lo más importante que tienen en común? El no hacerle daño al prójimo. Me impresionan los códigos y creencias espirituales de muchos pueblos originarios. Su amor y respeto por la tierra y todo lo que hay en ella, su proceder como ser humano. Definitivamente, eran y son mucho más sabios que nosotros, que estamos contaminados por el ego, el materialismo y. sentimientos podridos.
En fin, no soy nadie para criticar o juzgar, mucho menos para insinuar que deban hacer tal o cual cosa. Lo que si les voy a pedir es que por favor nunca dejen de buscar. Namasté.